A finales del sigo XVII la caza del oro en Brasil se hizo tan patente que se crearon ciudades y villas para ese fin. Donde hubiese indícios de este material tan apreciado, una nueva aldea nacía. Fueron tiempos dorados para el estado de Minas Gerais. El oro hace mucho tiempo que se ha agotado, pero las ciudades históricas mineras siguen en pie, envueltas en un clima de romanticismo, riqueza y fe. Ouro preto, Tiradentes, Mariana, Sao Jao del Rei o Diamantina son buen ejemplo de ello.
El descubrimiento de oro es lo que llevó a los colonos portugueses a que se aventuraran a un territorio completamente desconocido en mitad de la selva amazónica donde todavía vivían los indios. Quizás fue la ambición o la aventura, o muy probablemente las dos, lo que llevaron a valientes hombres del Nuevo continente a embarcarse en una tierra donde poco o nada se sabia.
Tras el descubrimiento de las primeras pepitas se hizo inminente la necesidad de crear rutas para el transporte del material hacia Lisboa. Surgió la Estrada Real y, a través de sus 1600 kilómetros, durante todo el siglo se recaudaron fortunas –a modo de impuestos– que se dirigieron a la metrópoli. Transitar por estos caminos es revivir los pasos recorridos por los esclavos, por el oroes poder saborear la gastronomía colonial y sentir su naturaleza.
La ruta de la Estrada Real la podríamos comenzar por el norte, por lo que la primera parada se haría en Diamantina. La ciudad está ubicada en medio de la Serra do Espinhaço. Conocida como la “Ciudad de las Serenatas”, traslada al visitante a tiempos remotos y románticos, cuando el oro y los diamantes eran encontrados allí a partir de 1722. Uno de los símbolos de aquella época tan próspera es la Casa de Chica da Silva, una esclava célebre por su romance con el explotador portugués más rico de diamantes de esa región, cuya fortuna se decía que era incluso mayor que la del rey de Portugal. Otro de los magníficos ejemplos de la época es la Iglesia Nossa Señora do Rosário dos pretos que deja patente la arquitectura religiosa luso-brasileña.
Diamantina se encuentra en el corazón de Minas Gerais y cuenta con 46.000 habitantes. Actualmente este municipio gana nuevos colores, sonidos y visitantes durantes sus fiestas religiosas. La fiesta del Divino, con los trajes típicos de la época del imperio, o laFiesta de Nossa Señora del Rosaria, con novenas, mástiles, misa festiva y procesión incluida, son dignas de ver. Tampoco hay que perderse la artesanía, en especial las figuras de barro inspiradas en escenas de lo cotidiano. Son tan características, que la artesanía de Diamantina ha sido elegida como representante oficial de la Copa del Mundo FIFA 2014.
El viaje puede continuar por cuatro caminos diferentes, Caminho do Sabarabuçu, Camino Novo, Camino Velho o Camino de los Diamantes. Los dos últimos recorridos nos llevan a la ciudad de Ouro Preto tras cinco horas de trayecto.
Ouro Preto
Ouro preto fue conocida como Vila Rica, una urbe con una marcada influencia colonial donde se puede apreciar un paisaje místico; en 1980 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Actualmente es la ciudad más visitada del estado de Minas Gerais y durante el siglo XVII era la urbe más populosa de Brasil, debido a su oro y sus diamantes. La influencia de la metrópoli portuguesa está muy presente en este municipio de 70.000 habitantes, ya que cuenta con edificaciones de marcado estilo barroco y está presidida por nueve iglesias barrocas que se construyeron en los valles que bordeaban la ciudad. El templo más reclamado por los turistas es la Iglesia Matriz de Nuestra Señora del Pilar, construída entre 1711 y 1713 por el portugués Pedro Gomes Chaves. Para crear este santuario utilizó más de 400 kilos de oro y plata en polvo. Inúmeras piezas de la época y esculturas de ángeles la adornan.
Otro de los símbolos de Outo Preto es el Museo Aleijadinho, que reúne todas las obras de Antonio Francisco de Lisboa, famoso escultor, artista y arquitecto brasileño más conocido como el Alejadinho (el lisiadito). La exposición alberga piezas firmadas por el artista, como muebles coloniales, estructuras del estilo rococó y barroco, objetos en oro y plata y una imagen de Sao Francisco de Paula en piedra jabón, un material de construcción típico brasileño debido a sus maleabilidad.
Tiradentes
Esta ciudad histórica situada e las laderas de la sierra de São José combina cultura, religión y naturaleza. Tiradentes fue bautizada con el nombre del principal participante de la Inconfidencia Mineira, movimiento político que luchó por la independencia del Brasil del dominio portugués. La arquitectura conserva la belleza del estilo barroco esculpida en casonas, iglesias y fachadas, todas ellas inmersas en una sierra con espectaculares cascadas. La gastronomía cobra especial importancia en este municipio en el mes de agosto cuando se celebra el Festival Gastronómico, considerado uno de los mayores eventos de la alta gastronomía del país.